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225 ríos y quebradas de la Amazonía peruana están afectados por la minería ilegal de oro

La minería de oro continúa avanzando con fuerza en la Amazonía peruana y hoy es una de las mayores amenazas para sus bosques y ríos. Así lo confirma el último reporte #233 del Programa de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) que muestra cómo esta actividad está arrasando la selva, contaminando cuerpos de agua y expandiendo la minería ilegal e informal.

Según el informe, “hasta mediados del año 2025, la deforestación por minería de oro ha alcanzado una extensión de 139 169 hectáreas en el Perú, donde la región Madre de Dios ha concentrado la mayor parte de esta deforestación (97.5% del total)”. En otras palabras, casi toda la destrucción causada por la extracción aurífera ocurre en esa región, lo que evidencia el enorme impacto que soporta Madre de Dios.

Expansión en nueve regiones

El documento advierte que la minería de oro ya no está concentrada solo en Madre de Dios, sino que “se ha extendido a nueve regiones del Perú: Amazonas, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Loreto, Madre de Dios, Pasco, Puno y Ucayali”. En todas ellas se han detectado zonas deforestadas y distintas formas de infraestructura minera, desde grandes dragas hasta pequeñas balsas que operan en los ríos amazónicos.

Uno de los puntos más alarmantes tiene que ver con el agua. Según el reporte, “en total, se estima una afectación de 225 cuerpos de agua (ríos y quebradas) en la Amazonía Peruana por la actividad minera de oro”. Esto significa que fuentes vitales para comunidades indígenas, ecosistemas únicos y ciudades que dependen de esos ríos están siendo puestas en riesgo.

Deforestación por minería de oro en la quebrada Sawintsa, región Amazonas. Datos: ACCA, Maxar

Norte: Loreto y Amazonas en la mira

En la zona norte de la Amazonía, que abarca Amazonas, Cajamarca y Loreto, la minería ya ha provocado la pérdida de 491 hectáreas de bosque. El caso más grave se vive en Loreto, donde el río Nanay se ha convertido en un epicentro de la actividad ilegal. El informe alerta que “a lo largo del río Nanay, se han identificado 841 dragas mineras en el periodo 2017 – 2025, de las cuales 275 dragas mineras (32% del total) se han identificado en el año 2025”.

La presión es enorme sobre un río que no solo abastece de agua a Iquitos, la ciudad más poblada de la Amazonía peruana, sino que además atraviesa zonas de conservación.

Centro: Huánuco, Pasco y Ucayali

El sector centro también muestra señales alarmantes. Según el informe, la minería aurífera ha provocado “un área total de 1320 ha de áreas deforestadas por minería en las tres regiones mencionadas”. En Huánuco, la provincia de Puerto Inca concentra el 97% de esa pérdida, sobre todo en las riberas de los ríos Pachitea y Yuyapichis.

En Pasco, los registros son más recientes: “la deforestación por minería de oro se ha registrado a lo largo del río Chinchihuani desde agosto de 2024”, advierte el reporte. En Ucayali, la presencia de dragas en el río Aguaytía prende las alarmas, sobre todo por la cercanía de esta actividad al Parque Nacional Cordillera Azul, una de las áreas naturales protegidas más importantes de la Amazonía.

Sur: Madre de Dios, Cusco y Puno

El escenario más crítico está en el sur del país. Según el informe, “este sector ha presentado un área total de 137 558 ha deforestadas por minería… representa el 98.7% del total de deforestación por minería en el Perú”. La gran mayoría de esa pérdida ocurre en Madre de Dios, donde hasta 2025 se han visto afectadas 135 939 hectáreas.

Pero la actividad no se queda ahí. La minería también ha llegado a Cusco y Puno, avanzando incluso sobre zonas de amortiguamiento de áreas naturales protegidas como la Reserva Nacional Tambopata, la Reserva Comunal Amarakaeri y el Parque Nacional Bahuaja Sonene, espacios clave para la biodiversidad amazónica.

Dragas mineras identificadas en el río Nanay (Loreto). Datos: Planet, ACCA

Desafíos y propuestas

El reporte no solo describe la magnitud del problema, también plantea salidas. Una de las principales es “implementar un sistema efectivo de trazabilidad del oro que vincule producción, comercialización y exportación”. Esto permitiría cerrar el paso al oro de origen ilegal que actualmente ingresa al mercado.

Asimismo, propone “fortalecimiento de la Ley MAPE y depuración rigurosa del Reinfo”, con el fin de evitar que el registro de formalización minera siga siendo un escudo para la ilegalidad. También recomienda establecer obligaciones ambientales desde el inicio del proceso de formalización y prohibir progresivamente el uso del mercurio hacia 2030, en cumplimiento del Convenio de Minamata.

El informe concluye recordando que la minería aurífera en el Perú “representa uno de los mayores desafíos socioambientales del país”. Con la presión creciente del mercado internacional del oro y la expansión de frentes mineros en casi toda la Amazonía, el reto para el Estado y la sociedad es enorme.

La evidencia satelital, la presencia de miles de dragas y la afectación de cientos de ríos son suficiente muestra que este no es un problema aislado, sino de una crisis que compromete el futuro de nuestra Amazonía y la vida de quienes dependen de ella.

*Accede al informe completo aquí.

Lea la nota original aquí o visita el medio Inforegión

 

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