Los límites entre comunidades, cuando pertenecen a distritos diferentes, creados con intereses políticos y electorales, genera enfrentamientos entre comunidades. Esto sucede con la comunidad de Anchihuay, del distrito del mismo nombre, con Chiquintirca, comunidad del distrito de Anco.
El enfrentamiento ha llegado a mayores. Una persona que ha perdido la vida y se reportan muchos heridos en ambos bandos y de no mediar la autoridad provincial, esto puede escapar del control y agravarse con el paso de los días.
La creación de distritos, sin precisar con claridad los límites, tomando en consideración el uso de lo que en algún momento fue territorio compartido, lleva a este tipo de enfrentamientos en distintas regiones del Perú. Es una irresponsabilidad política, porque en lugar de consolidar espacios mayores, siempre se ha buscado parcelar el país.
Anchihuay es una comunidad que perteneció hasta el 29 de setiembre del 2013, es decir, hasta hace 10 años, al distrito de Anco, cuya capital es Chiquintirca. En términos andinos, tradicionales, la comunidad madre es Chiquintirca y Anchihuay es una comunidad hija.
Este desmesurado número de distritos, donde no existe claridad de los límites, genera tragedias, como ha ocurrido en los enfrentamientos entre los campesinos de estas dos comunidades-distritos de la Mar, y muchas veces comedias, como la disputa entre Magdalena con San Isidro sobre los límites de estos distritos metropolitanos de Lima.
¿Cómo evitar estos enfrentamientos?
El Acuerdo Nacional, y varios entendidos en demarcación territorial han señalado que, en el Perú, la proliferación de distritos e incluso provincias no contribuye a una buena asignación de recursos y menos el control del gasto, lo que permite la malversación de fondos, peculado y nepotismo en la administración pública.
Además, de los conflictos y competencias, se genera distritos ricos que cuando limitan con distritos pobres, construyen muros de la vergüenza, como el que separa las municipalidades de La Molina y Surco, para impedir el paso de los pobladores de los distritos de pobres, como Villa María del Triunfo y San Juan de Miraflores, todos de Lima Metropolitana.
Volviendo al tema de Chiquintirca y Anchihuay, la gravedad de los enfrentamientos requiere la presencia urgente del gobernador regional en la provincia de La Mar, así como del prefecto regional y de los subprefectos de La Mar, Anco y Anchihuay, para que medien en estos problemas y lleguen a acuerdos que permita recuperar la tranquilidad.
Ya existe una Mesa de Diálogo, y hay acuerdos, que ambos se acusan de no respetarlos. Eso debe solucionarse técnicamente, y para ello está el gobierno regional.
La presencia del gobierno regional es fundamental, porque tiene la oficina de planeamiento y demarcación territorial, que, al margen de intereses políticos, debe definir claramente los límites de estos dos distritos, que son a la vez dos comunidades ancestrales.