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jueves, 8 junio, 2023
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El fracaso de la Agencia Regional de Desarrollo de Ayacucho

Rudy Anyosa | Visión Global
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Cuando se creó la Agencia Regional de Desarrollo de Ayacucho (ARDAY), en julio de 2019, se hizo con mucha expectativa y esperanza porque los que conocen la labor de las agencias de desarrollo en otros países apostaron por ella, con la seguridad que este sería un espacio para presentar propuestas de proyectos de desarrollo, diseñar políticas públicas regionales que promuevan la inversión privada y generen empleo, bajo el enfoque territorial, es decir, propuestos por los principales actores de la región, porque ellos conocen sus problemas y saben cómo resolverlos.

Para ello se formó el Comité Directivo de la ARDAY, cuyos miembros son los representantes de la cuádruple hélice: el sector público, el empresariado, la sociedad civil y la universidad. Ellos, de manera articulada y consensuada debían diseñar y plantear al gobierno central las estrategias de desarrollo de Ayacucho. La ARDAY se creó para que funcione como el directorio del desarrollo de Ayacucho, pero por desinterés y desconocimiento del ex Gobernador Regional, Carlos Rúa Carbajal, ex Presidente de la ARDAY, de la Presidencia del Consejo de Ministros, entre otros, la ARDAY nació casi muerto, no supieron valorar su importancia como un instrumento nuevo de gestión pública.

Han pasado casi cuatro años desde su fundación y la ARDAY nunca cumplió con su objetivo para la que fue creada, ahora es una entidad fantasma donde se han gastado miles de soles en consultorías inútiles con GRADE, como la elaboración de las Estrategias de Desarrollo e Innovación Regional (EDIR) donde solo han planteado, como únicas formas de desarrollo de Ayacucho, las cadenas de valor de 4 productos. Estos estudios lo han podido encargar, por función, las direcciones regionales de agricultura, turismo, las municipalidades distritales, etc.

Una vez más, por culpa de la burocracia que no entiende de crecimiento ni desarrollo económico la ARDAY está agonizando, desperdiciándose otra oportunidad para buscar el desarrollo de Ayacucho bajo otro enfoque. Ahora, cada sector trabaja de manera desarticulada, cada quién por su lado, sin una visión compartida. Por una parte, está el Gobierno Regional, que lo único le interesa es el cierre de brechas en salud y educación, descuidando algo vital como es el crecimiento económico y la creación de empleo; por otro lado, están los gobiernos locales, preocupados por temas menudos y enredándose en sus propios problemas. Hasta ahora no se escucha a ninguna de las instituciones tutelares de la región cómo esperan ver a Ayacucho el 2030.

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