10.4 C
Ayacucho
sábado, 3 junio, 2023
spot_img
InicioCOLUMNISTASEL PARQUE DE FABULINKAEl parque de Fabulinka 223

El parque de Fabulinka 223

Edgard Bendezú | El Parque de Fabulinka
[email protected]

CRÓNICA DE MI REGRESO A ROMA

Emocionado, con ansias, después de 45 años partí a reencontrarme con amigos de mi niñez, en la misma canchita (ahora loza deportiva) del Barrio La Esperanza, conocida como “ROMA”, de Ica. Fui acompañado de mi tío Abdías, conocido por aquellos días, como “Blanquiñoso” o “Bigote de bagre”, quien de niño muchas veces, me llevó al colegio 23008, en bicicleta. Y quien me presentó a su gran amigo, el noble Prudencio, más conocido como “Sapito”.

Con cierto temor, entramos al barrio en auto y llegamos al lugar. Vemos 2 grupos de gente, no sabemos a dónde ir. Pero descubro a Leonidas, el zurdo “Papi”. Nos encaminamos… y pronto, viene la primera sorpresa. Una voz, dice: “Les presento al señor Moquillaza”. Me ve confundido. Añade él: Es el papá de Blanca (mi gran amiga de adolescencia) y Willy. Exclamo: ¡Ohhh…! ¡Estalla en mí la alegría! Y me alegro más cuando descubro a mi vecino Abel. (Mi otro vecino Freddy radica en Pucallpa, por allá el amor lo ha atrapado).

El sol alumbra con fuerza, nos corremos más dentro de la sombra que nos da un árbol y pronto, llega César Arangoita y otros más; erupciona una y otra vez, los abrazos y las risas. Estamos celebrando la amistad, cuando uno exclama: ¡Ahí viene “Siete”! Y se acerca él con su estampa de un afroperuano sonriente y balanceándose de un lado a otro. Se abraza con todos y luego aparece el jugador legendario de Ica: ¡El Cholo Ore! (descendiente de ayacuchanos). Al rato, le pregunto: ¿En qué parte tú vivías? Y él, luego de indicarme, me dice: ¿Y tú? “Yo vivía por allá en esa esquina, en H-19. Mi mamá y yo teníamos un puesto de revistas”. Algunos recuerdan que se acercaban a un lado de mi casa de cañas y barro, a leer “Tarzan”, “El llanero solitario”, “Kaliman”, “Superman”, etc.

Y siguen llegando y los abrazos se repiten. Yo pregunto: ¿va a venir Beto? Claro, me responde Leonidas. Beto era como un hermano mayor (por poco y se convierte en mi tío), nuestro entrenador, quien nos guiaba y nos entrenaba siendo niños y claro, también nos protegía, por eso lo respeto y lo quiero y no solo yo, por lo que veo. A los pocos minutos aparece él y sus sobrinos Raúl y Richard (faltó Adelmo) Ellos, de niños, dejaban Lima y nos visitaban en las vacaciones y eso a los muchachada del barrio, nos causaba alegría. ¡Cómo olvidarlos! A los segundos aparece alguien que al igual que Beto, los niños lo queríamos mucho: Oscar. Él, ya con pocos pelos, pero como siempre trayendo su cariño y su sonrisa; a él lo abracé más fuerte que todos. Verlo nuevamente después de un largo tiempo, me causó un remolino de nostalgia y felicidad. Luego aparecieron Cocón, Cachorro y otros nombres que no recuerdo.

Ya en la cancha, habló un moreno, muy parecido a un amigo animador de espectáculos y por la voz, pregunté: ¿Eres algo de Ramu Franco? Sí, es mi hermano, me dijo.

Al rato conversé con Oscar, quien me contó que su esposa falleció por el covid y me cuenta como la conoció y en dónde, que siempre fue buena con él, con sus hijos y con todos, que sentía una gran tristeza… por lo que cambié de tema para animarlo.

De pronto nos piden atención ya que iban a hablar los organizadores. Y tomó la palabra Sapito y dijo: “Primero voy a pedir un minuto de silencio por los amigos que ya se fueron: Paytan, Nancy, la Mula…”. Luego Leonidas, expresó, entre otras cosas, que el Covid se había llevado a sus dos hermanos: Demetrio y Lucho, que él nomas se salvó. Él está allí porque un hermano le dijo: si muero, regresas al barrio de Roma y reúnes a los amigos de nuestra niñez y llevas estas camisetas para que disputen un partido de fulbito… Y eso estoy haciendo: cumplir con la voluntad de ellos. ¡A todos nos conmovió escucharlo!

Luego, nos sorprenden a todos cuando dicen que hay dos reconocimientos a dos personajes del barrio. Uno es para Beto, quien lo recibe muy emocionado y al agradecer, unas ligeras lágrimas no se atreven a salir del corazón; y el otro reconocimiento, era para César Arangoita, quien había venido desde el Callao. Él también se expresó con bonitas palabras. En un sobre cerrado, le dieron a nuestro querido amigo “Siete” y a un familiar de él quien recibió un similar sobre.

-Es un poquito, pero sabemos de su situación- afirmó una voz- para eso, somos amigos…”

Y se formaron dos equipos: “Los amigos de Demetrio” y “Los amigos de Lucho”. Se pusieron las camisetas y empezó el juego. Terminó el partido 3 a 2, favorable a “Los amigos de Demetrio”.

Luego vinieron las conversaciones y las carcajadas. Unas damas repartían refresco de cebada entre todos. Luego apareció la cerveza y prosiguió la conversación. Raúl se acerca y me pregunta: ¿cuándo y cómo me nace el canto? Respondo: Cuando venía una princesa a comprar a la tienda de Mario quien vivía al frente de mi casa, yo me ponía a cantar fuerte, fuerte, para que me escuche y sepa que canto. Así descubrí que tenía talento. ¡Ambos reímos!

Luego me entero que uno vino desde Barranca, otros de Lima; y luego de unos minutos más, me despido de cada uno de ellos. Gracias, Sapito y Leonidas: ¡Los grandes artífices de este reencuentro entre Romanos de La Esperanza, de Ica!

*Solicite mi Catalogo de libros, a Ediciones Fabulinka.

Artículos Relaciones

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img