Ernesto Camassi | Crónica
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El siguiente cuento, “es puro cuento”. Sus personajes y hasta el nombre del Pueblo y; del autor, también son ficticios. Pero…pero, si Ud. encuentra algún parecido con los personajes y el pueblo mencionado, por favor disimule, no especule, ríase nomás.
“Se conoce como fuga de talentos o fuga de cerebros a la pérdida de personas altamente calificadas que deciden migrar. Este fenómeno se da en aquellas regiones donde hay pocos o nulos incentivos para profesionales altamente calificados”
Una madrugada brumosa de cualquier madrugada de esa ciudad, siempre son brumosas. Por eso, sus habitantes llaman a su cielo “panza de burro”. Un descendiente del “Celeste Imperio”, habitante de esa urbe, preocupado por su futuro inmediato, cavilaba sobre su próximo viaje a una ciudad de la serranía peruana llamada “Huantanamera”, cuyos habitantes le habían poetizado con el nombre de una piedra preciosa y le nombraban “La esmeralda de los Andes”.
Olvidaba contarles que el chinito se llamaba Juan, era profesor de Matemática, recién nombrado por el Ministerio de Educación con sede en “panza de burro”, perdón, Lima, con 24 horas de dictado de clases en la GUE “Gonzalo Viril” del pueblo ya aludido.
Nuestro personaje determinó viajar vía “La incontrastable” al destino de su primera chamba, con la ilusión de todo “ticher” nuevo, sin presagiar qué futuro le esperaba en la “piedra preciosa”.
A propósito de estos nombres bonitos y poéticos de algunas ciudades o casi todas las ciudades peruanas como: “La ciudad de la eterna primavera”, “La perla de los andes”, “La blanca ciudad” “La pradera de los celajes”… muy bonitos ¿no? Pero, pero, ¿Algunas de estas ciudades se ajustarán verdaderamente a su nombre poético? Como llamarle “ciudad luz” a Villa María del Triunfo, ¿por ejemplo?
Dejémonos de divagaciones y vayamos al punto, como dicen nuestros parlamentarios cuando discuten si “el lapicito” es culpable o no de “golpista” y ladrón. La Fiscalía, cuándo oficializará la acusación constitucional y el Poder Judicial logre sentenciarlo. Para el año de la conquista de Marte, seguramente.
El arribo a su destino final del chinito fue muy auspicioso. Porque, aparte de ser un buen profesional, idóneo y honrado, se captó rápidamente el aprecio de sus alumnos y colegas.
La reacción de las damitas huantanameras, ante la presencia del joven profesional fue inenarrable, por el interés que despertó en su instinto maternal, a cada una de ellas. Aunque no era el primer hombre de “ojitos jalados” que había llegado a la ciudad. Hubo otro “chinito” originario del Japón que también causó sensación a su llegada, muchos años antes. Hizo mucha plata con sus negocios, se casó y formó familia y se convirtió en el Mecenas y salvaguarda de la ciudad. Sus descendientes siguen la filantropía de su progenitor para todos los “huantanameros”.
Todas las chicas casamenteras apuntaron sus mejores armas hacia Juanito el chinito, para nacionalizarlo Ipso Facto o de inmediato, vía matrimonio civil y religioso.
Tarea ardua debió ser para las jóvenes y no tan jóvenes casamenteras, empeñadas en la faena de engatusar tan codiciada presa. La afortunada en este empeño “engatusador” fue una distinguida damita miembro, -¿por qué no “miembra”?- de la sociedad local. ¿le cazó o la casó?. Sea cualquiera de estas formas de sometimiento del incauto oriental valen. Finalmente, fueron dichosos, comiendo perdices.
El chinito Juan, como manifestamos líneas arriba, era un profesional capaz, carismático y con excelentes relaciones en el Ministerio de Educación; y más rápido que inmediatamente fue reclutado para un alto cargo en la Sede Central. Hacia la nueva plaza, marchó toda la familia a radicar en “Lima, la horrible”, otro regalo poético a la ciudad de uno de sus esclarecidos hijos: Sebastián Salazar Bondy.
Ante esta feliz coyuntura, todos los “tichers” huantanameros del área rural gritaron ¡¡La oportunidad la pintan calva!! A solicitar al chinito un traslado de plaza o una reubicación en la Capital de la República.
Este nuevo fenómeno invasivo, casi deja sin maestros a todas las escuelitas de la provincia. Todos querían marchar a su “El Dorado” para mejorar su status social, mejor educación para sus hijos, etc. etc. y + etcéteras.
Este fenómeno, no muy chistoso y que acaeció el siglo pasado, fue bautizado por los propios interesados y protagonistas. Como LA FUGA DE TALENTOS.
¿Habría sido esta fuga que se produjo aproximadamente la década de los setenta del siglo pasado, el causante para que la niñez y jóvenes huantanameros perdieran a tan brillantes educadores y perdieran también la oportunidad de ser profesionales altamente calificados?
Este “fenómeno social” catastrófico para esa generación. ¿habría sido también la causante de la mediocre formación académica de niños y jóvenes?
Será por eso que, los migrantes huantanameros de San Juan de Lurigancho, dedicados a diferentes ocupaciones para sobrevivir en esa monstruosa ciudad, no “carburan” bien. Uno de ellos, pintor de brocha gorda, garabateó el siguiente aviso en la puerta de su vivienda: ¡SE PINTAN CASAS A DOMICILIO! Y así seguirán “per sécula seculorum.
¡Colorín colorado! Este cuento ha terminado.0