El sol del mediodía apenas comenzaba a calentar la pampa de Uchuypampa, una zona polvorienta y poco transitada que conecta Huamanga con los distritos de Tambillo y Acocro. Allí, entre la brisa del río Huatatas y el silencio del relleno sanitario municipal, un nuevo episodio de violencia se sumó a la creciente ola de inseguridad que sacude las carreteras.
Era 1 de julio, alrededor de las 11 de la mañana, cuando un conductor, cuyo nombre se mantiene en reserva por seguridad, se desplazaba tranquilamente a bordo de su camioneta particular, una Toyota Hilux gris, de placa AHX-909.
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La rutina del trayecto se quebró de golpe cuando un grupo de sujetos armados emergió en medio del camino. En segundos, la violencia se apoderó de la escena.
Lo encañonaron, lo amenazaron de muerte y lo obligaron a bajar del vehículo. Luego, los delincuentes escaparon con la camioneta, como si nada, perdiéndose en la ruta sin dejar rastro.
El conductor salvó la vida, pero no la calma. Su familia, consternada, hizo un llamado desesperado a la población y a las autoridades.
“No es la primera vez que pasa esto por esta zona. Ya hubo otros casos similares. Pedimos más presencia policial y vigilancia constante”, reclamó un pariente cercano.
Cualquier persona que tenga información puede comunicarse al 917 347 000. Se ha ofrecido una buena recompensa.
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Sin embargo, la historia no termina ahí. Solo un día después, el 2 de julio, otro caso encendió las alarmas: Richard Guzmán Mendoza, padre de familia, de 42 años, desapareció sin dejar rastro luego de salir por la noche desde su vivienda en Huanta, rumbo al Vraem, a bordo de su camioneta blanca, con número de matrícula D2Q-792. Desde entonces, ni su celular ha sonado, tampoco retornó a casa. Nada.
Para sus seres queridos, el silencio es un martirio.
“Él no solía desaparecer así. Siempre llamaba, avisaba dónde estaba. Esta vez es como si se lo hubiera tragado la tierra”, relató su hermano.
Las autoridades aún no tienen pistas claras, y la angustia crece con cada hora que pasa.
La ruta por donde se dirigía es considerada de alto riesgo, catalogada como zona de emergencia debido a su cercanía con lugares de influencia del narcotráfico y presencia de grupos armados.
“Las carreteras están completamente expuestas, no hay control ni patrullaje. Viajar de noche es como lanzarse al vacío”, advierten transportistas locales.
El caso de Richard es todavía un misterio. Se teme lo peor, pero sus seres queridos no pierden la fe. Han pedido el apoyo de toda la población y la difusión del caso. Si alguien tiene información, puede comunicarse al 999 656 605.
Ambos casos reflejan un patrón preocupante: carreteras solitarias, ausencia de vigilancia policial, y una impunidad que se repite como eco. La inseguridad vial ya no distingue entre día o noche, y las camionetas —principal herramienta de trabajo para muchos— se han convertido en objetivos predilectos del crimen organizado.
HUANTA- VRAEM
En la ruta Huanta al Vraem se reportaron múltiples asaltos, especialmente en transportistas que circulan por las noches. La falta de presencia policial es aprovechada por los facinerosos para cometer sus fechorías.
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