Las violaciones de los derechos humanos de hoy son la causa de los conflictos del mañana, señaló en algún Mary Robinson.
José Saramago, igualmente manifestaba “que es una estupidez perder el presente sólo por miedo de no llegar a ganar el futuro”
La reciente clausura del Lugar de la Memoria (LUM) en Lima, distrito de Miraflores por el inefable alcalde de Miraflores, Carlos Canales, (¿ayacuchano?) es del mismo partido Renovación Popular del burgomaestre Rafael López Aliaga. Hace algunos meses, RLA le dijo a Canales en un evento público: “Basta ya con estos museos de memoria y reconciliación. No tienen nada de memoria y reconciliación. Se crean una narrativa donde los mismos guías te mienten descaradamente, poniendo a las Fuerzas Armadas como agresoras”.
Esta clausura sorprendió en redes sociales. Uno a uno se fueron pronunciando sobre la medida. Hubo tanto críticas, como otros, que celebraban la decisión de la Municipalidad de Miraflores.
Por su parte, la organización feminista Manuela Ramos indicó: “La Municipalidad de Miraflores acaba de clausurar el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) el mismo día en que Amnistía Perú presentaba su Informe Anual hablando de la represión y violaciones de derechos humanos durante el estallido social”.
A su vez, la excongresista Marisa Glave escribió en Twitter que no hay democracia real en el Perú. “No es coincidencia que justo el día que Amnistía presenta su informe sobre la situación de los DDHH en el país, la Municipalidad de Miraflores, bajo el mandato de Renovación Popular, aliados de Boluarte, decida clausurar el LUM”, dijo.
Los lugares de memoria son espacios que generan significados en torno a hechos históricos, políticos y sociales.
En el libro “Los trabajos de la memoria” (2012) Elizabeth Jelin se pregunta acerca de las herramientas que contribuyan al análisis y a la construcción de la memoria, luego de periodos de violencia política. Aun cuando estos episodios han sido dolorosos y, quizá haya el deseo consciente –o inconsciente– de evitarlos o, incluso silenciarlos, los procesos cobran sentido con nuevos contextos políticos e históricos. ¿Hace sentido para nuevas generaciones, que desconocen las secuelas de la guerra interna conmemorar ese pasado en un espacio público que hoy les pertenece a “todos”? ¿Qué disputas y negociaciones surgen en ese proceso social? ¿Quiénes están detrás de estas iniciativas y por qué asumen ese protagonismo? ¿Son los mecanismos de diálogo, fundamentales para legitimar los procesos de memoria? Esta ponencia intenta responder a estas preguntas a partir de una investigación cualitativa en curso, que busca documentar el proceso social seguido para la instauración del Santuario de la Memoria La Hoyada, identificar los diversos actores involucrados y comprender las relaciones que se establecen entre ellos para un diálogo y negociación.
La Defensoría del Pueblo calificó a la clausura del museo como un hecho grave, a través de sus redes sociales. Por este motivo, solicitó a la Municipalidad de Miraflores un informe detallado de las razones que motivaron el cierre. La institución también instó al Ministerio de Cultura a brindar recursos económicos y logísticos para que el LUM pueda reabrir a la brevedad, y demandó al municipio que conceda facilidades, dentro del marco legal, para que el espacio vuelva a operar.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que inició la ruta para la construcción de este espacio, señala en sus conclusiones que la población campesina fue la principal víctima de la violencia. “El 79% vivía en zonas rurales y el 56% se ocupaba en actividades agropecuarias”, sostiene el informe, que exponía esta realidad en el LUM.
Ante este hecho, ojo con el Santuario de La Hoyada en Ayacucho. Asimismo llama la atención el no pronunciamiento de algunas Ongs defensoras de los derechos humanos.