Editorial | Jornada
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Las plazas mayores, es de origen español, como es el caso de Huamanga, simbolizan un espacio libre y amplio, y es el lugar del encuentro ciudadano. En ellas está el gobierno, la iglesia, la justicia y las oficinas importantes y negocios. Las Plazas Mayores de las ciudades importantes, tenían portales o arcadas, que les daba señorío.
Las principales ceremonias se registran en las plazas mayores, y en muchos casos, cuando las ciudades se han expandido, como es el caso de Lima, muchos de los que viven en ella no conocen la Plaza Mayor y cuando están en ella, se toman fotografías, para dejar grabada su visita al lugar más importante de la ciudad.
Las Plazas Mayores en determinados momentos se llamaron Plaza de Armas, porque en ellas se pasaba revista a las tropas en ceremonias oficiales castrenses. Pero eso ya no sucede en la actualidad, y por el contrario es el lugar por excelencia civil y donde, los ciudadanos tienen el derecho de hacer llegar a las autoridades sus preocupaciones a través de marchas pacíficas.
Hacer de las Plazas Mayores lugares intangibles, como lo ha dispuesto el ultraconservador alcalde de Lima, representante de la extrema derecha radical y cuyo ejemplo lo ha copiado, posiblemente con los mismos criterios ideológicos, el alcalde de Huamanga, contradice las tradiciones y los usos de las plazas mayores.
No consideramos que toda manifestación ciudadana signifique caos. Por ejemplo, celebrar la serenata a la ciudad, tiene que ser frente a la casa de todos, que es el municipio, sede del poder local.
Por eso, todas las ciudades de origen español, entre estas Huamanga, celebran su aniversario, como lo ha hecho Lima este año en la Plaza Mayor. Por eso, haber realizado la serenata a la ciudad, en una concha acústica a 8 cuadras de la Plaza Mayor, disculpen, me parece una muestra de falta de criterio de parte de las autoridades.
Esperamos que reflexionen las autoridades municipales y deroguen esa ordenanza municipal que no sólo va contra las tradiciones de la Plaza Mayor de Huamanga y niega su importancia en la historia de la ciudad, en sus buenos y trágicos momentos, sino que además, busca impedir que los ciudadanos ejerzan su derecho a la legítima protesta contra las autoridades, y eso tienen que hacerlo, frente a las instituciones públicas que gobiernan la ciudad.
Posiblemente muchos estén de acuerdo con lo dispuesto por el alcalde de Huamanga, pensando que impidiendo que una manifestación llegue a la plaza mayor y cometan destrozos. Hay formas de evitarlo, y eso pasa por el diálogo con los ciudadanos que tienen reclamos, legítimo o no, pero hay que escucharlos y llegar a acuerdos. Y eso, es vivir en democracia.