Hace 12 años, la trata de personas en Ayacucho generó una gran audiencia en los medios locales. Una niña había desaparecido, sus familiares y vecinos se movilizaron, hicieron vigilias y marchas para que los raptores de la menor recapaciten. Pero todo ha sido inútil y hasta el momento no ha sido ubicada.
Advierten falta de especialistas para la identificación de personas desaparecidas
Este no es el único caso de rapto de una persona cuyo paradero se desconoce. En el Perú, la “trata de personas”, relacionada con el rapto, es un delito que se ha incrementado por el grado de abandono de menores de ambos sexos, y redes encargadas de la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de la víctima, con fines de explotación, principalmente sexual o laboral.
La Organización de las Naciones Unidas considera que este delito traspasa las barreras de los países y se ha incrementado por el desplazamiento forzoso de miles de personas que abandonan su lugar de origen, especialmente sus países, lo que los hace vulnerables y están expuestos a ser captados bajo engaños por estas organizaciones criminales.
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Es tan grave la situación, que ya hay una suerte de especialización en las organizaciones dedicadas a la trata de personas. Así, ahora se conoce que existen grupos criminales dedicados a captar adolescentes de ambos géneros, especialmente de hogares disfuncionales o de migrantes económicos, para la explotación sexual, en campamentos mineros o en grandes ciudades.
Por supuesto la víctima queda a merced de quien “la compro” o le “contrató” para el trabajo, reteniéndoles sus documentos, prohibiendo salir a la calle o si sale, está permanentemente vigilada por sus explotadores. Una variante de esta modalidad, es hacerlas trabajar en bares, hostales y otros servicios de entretenimiento.
En otros casos, la víctima, especialmente si son adolescentes vulnerables, pueden ser captados y entregados a familias que las explotan como trabajadores domésticos o son obligados a trabajar en fábricas, en la industria de la construcción o en el sector agrícola, sin remuneración o percibiendo un sueldo mísero, ya que deben pagar a “quienes le consiguieron el trabajo” y si no lo hacen, se exponen a castigos violentos.
En estos casos, funcionan a través de falsas agencias de empleo o de avisos colocados en la vía pública, “ofreciendo trabajo a jóvenes de ambos sexos”. Una vez convencido el adolescente, es enviado a un lugar lejano, de manera ilegal, donde deberá trabajar, sometido a sistemas contra su dignidad, y recibiendo un trato degradante.
Los casos más graves, son el rapto de niños y niñas con la finalidad de convertirlos en “donantes de órganos”. En este caso, el menor puede ser abandonado luego de habérsele extraído un órgano, o explotarlo convertidos en mendigos.