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martes, 30 mayo, 2023
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MERCADO DE ABASTOS – ORIGEN

Esta imprecisión cronológica sobre la fecha de erección de nuestro mercado “central”, (así se nominó siempre) cuando relatan sin ningún desparpajo la acción heroica de Ventura Ccalamaqui: “…la heroína salió junto con sus compañeras vivanderas del “mercado” cercano al Cuartel Santa Catalina de los españoles…”

En la “Crónica” antedicha, cuestioné esta errónea afirmación de los “historiadores” y prometí escribir sobre la fecha de aparición de esta clase de mercados. En este caso, no solamente en el Perú, sino en todo el mundo.

Recordemos estimados lectores que la Revolución de los Hermanos Angulo y Mateo Pumacahua se produjo el año de 1814. En esta fecha, EN NINGUNA CIUDAD DEL MUNDO EXISTÍA LO QUE LUEGO LLAMARON “MERCADOS CUBIERTOS”. Para definir el origen de los “mercados de abastos” llamados también “plazas de mercado”; nos embarcamos nuevamente en la historia.

ORIGEN DE LOS MERCADOS, para la Cultura Occidental, los primeros mercados de abastos fueron EL Ágora Griego, ahora le llamaríamos indistintamente Plaza Pública, Plaza Mayor o Plaza de Armas. Estos espacios abiertos fueron utilizados desde miles de años atrás, para intercambiar productos locales y de otras regiones.

Las nuevas nacionalidades del Occidente Europeo, herederos de las Culturas Clásicas de Grecia y Roma, siguieron utilizando estos espacios abiertos como “Plazas de Mercado”. Estos espacios se convirtieron en los núcleos económicos y sociales de las ciudades, donde todos los habitantes convergían diariamente.

Las nuevas naciones hispanoamericanas, herederas de las costumbres de la Península Ibérica, también convirtieron su Plaza Principal en mercado de abastos, nombre que proviene de “abasto”, abastecimiento o provisión, donde la población se abastecía de lo necesario para su hogar.

La historia española nos habla de los primeros “Mercados Cubiertos” que se crearon en España en el siglo XIX. Ya no nos referimos a los “Mercados Abiertos”, así llamados los bazares y zocos de las plazas públicas sin techo ni puestos de venta. Ahora se trata de espacios creados Ad-Hoc techados, con esa finalidad específica de Mercado de Abastos. Los dos primeros fueron: El Mercado de San Miguel de Madrid y el Mercado de Valencia.

EN EL PERÚ: El primer mercado abierto que tuvo Lima fue El Mercado del Baratillo del Rímac. Su historia se remonta al siglo XVI, lugar donde se realizaban las Ferias Dominicales, donde se vendían productos a bajo precio; y esclavos. Por eso, su nombre “baratillo”. En 1554 dejó de ser un “mercado abierto” para convertirse en Plazuela con el mismo nombre.

El Mercado Central de Lima fue construido en 1857 en Barrios Altos, a escasos pasos de la Av. Abancay

MERCADO DE ABASTOS EN HUAMANGA: Como manifesté líneas arriba, en la Huamanga, todavía colonial, pero ya levantisca de 1814, todavía no disponíamos del Mercado de Santa Clara. Este lugar era una explanada amplia donde se miraban los dos conventos “Carmelitas”, San Francisco de Asís y Santa Clara.

El mercado de abasto era la Plaza de Armas, considerado un lugar equidistante para la comodidad de los habitantes. No tenía el aspecto que ahora tiene, era “un pampón”, (pampa grande) polvoriento y sucio, donde las VIANDERAS O PLACERAS ofrecían sus productos.

Este adjetivo “placera” que viene a ser sinónimo de viandera y vivandera, se origina precisamente porque eran trabajadoras de la PLAZA y no de un mercado, como los establecimientos actuales. Adjetivación que se usa hasta nuestros días para endilgarle a las mujeres gritonas y lisurientas. “Déjala, no le hagas caso, es una placera”.

¿Cómo se inicia en Huamanga la necesidad de edificar un “mercado de abastos cubierto”?

El año de 1876, la Municipalidad de Huamanga, (todavía no existían las municipalidades distritales) disponen que los abastecedores que ocupaban la Plaza de Armas, deben trasladarse a la explanada de Santa Clara.

El 17 de mayo de 1882, el alcalde don Fernando Morote, pide al teniente alcalde don Mariano Alarcón que, por motivo de pintado, colocación de nuevos faroles, etc. en la Plaza de Armas se debe trasladar el mercado a otro lugar. Es decir, ya plantean una justificación para su traslado y remoción siempre a la explanada de Santa Clara.

Pero la primera propuesta de construir un nuevo mercado en el mencionado lugar, lo plantean los concejales Nicanor Santillana y José Cavero el 23 de octubre de 1886; solicitan al Supremo Gobierno un presupuesto de 50,000 ¿soles o Libras peruanas? Para construirla.

El municipio designa al señor Andrés F. Vivanco Soto primer Gerente General de la Sociedad Anónima Departamental, encargada de la ejecución de la obra. Con posterioridad a la fecha señalada, se acuerda bautizar al Mercado de Abasto llamado en primera instancia “Santa Clara”, con el nombre del señor “Andrés F. Vivanco”, por haber impulsado y puesto su mayor empeño en levantar el nuevo edificio.

Su apertura o inauguración se dio el año de 1906. En sus 117 años de existencia, no ha sufrido ninguna alteración en su estructura principal, salvo algunos agregados como el frigorífico para las carnes, agua potable que se instaló en Huamanga recién en la década de los 40 del siglo pasado.

Sus puestos de venta, tanta jatu, (panaderas) , jampi jatu, (medicina tradicional) yuyo jatu, (verduleras) papa jatu, (paperas) chupi jatu, (vendedoras de comida), aycha jatu, (carniceras) mercachifles,etc. siguen laborando, hasta la fecha.

La parte exterior del mercado que da hacia el convento y templo de Santa Clara, antiguamente también fue una pampa polvorienta, donde las placeras que no habían conseguido ubicación al interior del mercado, levantaron sus puestos de venta, principalmente las “picanteras”, chicharroneras, adoberas, alfalferas, etc. Ahí se comía la mejor puka picante y los chicharrones con puspo o los adobos de carne de chancho con palillo, que se fueron para no volver nunca más.

¿Cómo no recordar a las vivanderas y vivanderos más famosos del siglo pasado?, don Sabino Rivas, “El cañonero mundial” raspadillero y músico folklórico que llenaba de alegría las mañanas del Mercado. Mama Maxi y mama Manonga las más connotadas “picanteras” de Huamanga, sirviendo sus “puka picantes” incomparables hasta la fecha; o mama Sabina, la única chicharronera con puspo de la pampa del mercado. Todos ellos ya se fueron a otro mundo más feliz, pero quedan todavía sus sucesores.

También a esa pampa trasladaron la pileta el Pascualito del centro de la Plaza de Armas para levantar en su lugar al monumento del Mariscal Sucre. Pobrecito nuestro Pascualito, no contentos con haberlo desarraigado de su lugar original, lo desterraron nuevamente a la Plazoleta del convento de Santa Teresa, lugar donde lo cercenaron de su pedestal, desapareciendo hasta nuestros días. ¡¡Adiós Pascualito!!

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