A varios meses de ser reportados como desaparecidos y luego ser hallados sin vida, deudos de dos conductores aún no encuentran justicia tras el asesinato de sus seres queridos. En ambos casos tienen identificado al principal sospechoso, no obstante aún no se dictó ninguna condena ni prisión preventiva en su contra.
La ruta al Vraem se ha convertido en escenarios de miedo y dolor. Para los transportistas que recorren a diario estas rutas, el trabajo que les da sustento también se transformó en una sentencia de riesgo.
Familias de transportistas asesinados aún no encuentran justicia
Los asesinatos y desapariciones, cada vez más frecuentes, han dejado a familias enteras sumidas en la incertidumbre y la exigencia de justicia.
El 20 de septiembre de 2024, Abel Aguilar Castillo, de 32 años, salió de su vivienda en Kimbiri para cubrir la ruta Kimbiri–Chirumpiari a bordo de su camioneta, con placa V1Y-852. Nunca regresó. Sus parientes, al perder contacto, iniciaron una búsqueda desesperada que incluyó actividades solidarias para reunir fondos.
Semanas más tarde, la noticia golpeó con fuerza: Abel había sido encontrado sin vida y con el cuerpo incinerado. Su vehículo ya había sido ubicado días antes en una zona agreste de San Antonio. Las circunstancias de su muerte aún se investigan, aunque todo apunta a un ataque violento.
“Era un joven transportista, conocido en la zona por su honestidad y dedicación. No merecía este final. Pedimos a las autoridades que no dejen el caso en la impunidad”, comentó su hermano a Jornada.
El miedo volvió a sacudir a las familias de transportistas en febrero de 2025. Renán Oré Varo, de 58 años, desapareció el 10 de ese mes tras realizar un servicio desde el Vraem hacia Ayacucho. Días después, su cuerpo fue hallado en Pongora-Pacaycasa, y su vehículo fue encontrado en un taller mecánico en Huanta.
Vraem: Llorando familia pide dar con el paradero de joven transportista
La noticia confirmó lo que muchos ya temían: la inseguridad en las carreteras del Vraem se había convertido en una amenaza mortal para quienes viven del transporte.
Aunque aún no se han identificado plenamente a los responsables, las investigaciones apuntan a Rubén Enrique Bautista (35) quien hace semanas fue capturado por comités de autodefensa de Ayna. Su nombre, mencionado entre los deudos, genera indignación y desconfianza.
“Responsabilizamos a Rubén Enrique de estar detrás de estos asesinatos. Este sujeto era el terror en las carreteras y esperamos que las autoridades no lo suelten”, manifestó otro familiar.
La indignación ha llevado a que los deudos se organicen en plantones y protestas, clamando a los operadores de justicia una respuesta concreta frente a la ola de violencia que amenaza la vida de quienes sostienen, con esfuerzo, la conexión entre Ayacucho y el Vraem.
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