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miércoles, noviembre 29, 2023
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EL PARQUE DE FABULINKA 242

Edgard Bendezú | El Parque de Fabulinka
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Niñuchas: Hoy presento un cuento del escritor ROGER AGÜERO PITTMAN, natural de Ancash; extraído del libro: “Amigos de camino”.

TAITAPA ASHNUN

El Taitapa Ashnun, «Burro del Señor», era un burro mostrenco que andaba suelto alimentándose en los mejores maizales, trigales y alfalfares del pueblo. Sabía escoger los follajes tiernos y frescos porque eran los que más le apetecían. Nadie podía molestarlo ni botarlo de las sementeras por miedo al castigo de nuestro Señor Redentor. El dicho: «Bestia ajena muerde a escondidas la yerba de tu potrero» no era para este borrico, más bien rebuznaba y caminaba sin miedo, con pasos firmes y escuchando el traqueteo de su propio andar.

El Taitapa Ashnun era grande y gordo. Daba pasitos como bailando, tal cual caballo de paso. Tenía la apariencia de un burro chúcaro y brioso; cada vez que la gente se acercaba rebuznaba y a todo trote se escapaba hasta otra sementera.

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Taitapa Ashnun solo trabajaba una vez al año, en Domingo de Ramos, pues salía en procesión por las calles llevando a Jesucristo, recreando así el momento en que el Señor entró a Jerusalén montado en un lindo burrito, acompañado por una multitud de feligreses que llevaban ramos de olivo, laureles, palmas y productos del campo. Antes de la procesión, al burro lo adornaban con mantas, ramas de laureles y palmas. La rienda, el bozal y la montura estaban hechos del mejor cuero y adornados de oro y plata, y Taitapa Ashnun iba ataviado con lindas alhajas y cargado de los mejores adornos y productos.

Cuando la imagen de Jesucristo iba como jinete de Taitapa Ashnun se acababan los bríos del burro y parecía una mansa paloma. Era el más leal al Señor y se entregaba completamente a la gran misión que le tocaba realizar ese día. Andaba a paso lento, obedecía todas las indicaciones que le daban y prestaba atención al caminar, con las orejas paradas a la espera de nuevas indicaciones. Por sus movimientos de boca, orejas y ojos parecía que rezaba y cantaba en silencio. Creía que eran para él los rezos, las alfombras y las mantas tendidas en el piso. Después de la procesión, el obispo lo bendecía con agua bendita. Las gotas que le caían las lamía con su lengua larga.

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Luego de la procesión lo soltaban para que pastara libremente sin que lo molestara nadie ni boten de sus chacras. Así, este asno retornaba a sus andanzas dejando tras de sí daños en las sementeras del pueblo. Empezaba la pesadilla para la gente que se desvivía por proteger sus cultivos, y la única forma que encontraba era rezar para que el burro no escogiera sus chacras. Si lo botaban podían ser castigados por Dios.

Luego de varios años de pasear la imagen del Señor, Taitapa Ashnun se perdió de vista. Según comentaban algunos memoriosos, el burrito terminó en un camal de Huacho, debido a su gran peso y tamaño, requisitos indispensables para preparar sabrosas hamburguesas y salchichas en esa época.

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Hoy, tal vez allá arriba se haya encontrado con los famosos burros Giménez y Mujino, y siga haciendo travesuras en las sementeras del cielo. ¿Habrá causado destrozos? ¿Se habrán molestado los ángeles?…

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