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Sunday, November 2, 2025
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Dina Claudia y Bibi I | Opinión

Isaac Bigio | Desde Londres, UK
prensa@jornada.com.pe

Claudia Sheinbaum Pardo se ha convertido en la primera presidenta electa de Norteamérica, un continente que nunca ha tenido a ninguna dama en ese puesto, aunque allí está EEUU que pronto cumplirá 250 años. Sheinbaum es también la primera persona que supera los 35 millones de votos en el mundo hispano y, también, la judía más votada en la historia universal.

Resulta interesante contrastar la figura de la mujer más votada de la hispanidad con la de la presidenta peruana, quien no fue electa directamente a dicho cargo por voto popular y que es la única mandataria del planeta que apenas tiene un 5 % de aprobación. Además, es útil contraponer a esta judía que ha bordeado el 60% de los votos (más que duplicado los que obtuvo su principal oponente), con el premier israelí Benjamin “Bibi” Netanyahu, quien pone en riesgo a una de las etnias que más persecuciones hayan sufrido.

Para nuestras políticas, la elección de una nueva presidenta debiera ser motivo de celebración. Empero, ninguna de las peruanas que, en un momento, estuvieron muy cerca de la presidencia (o que llegaron a esta, como Dina Boluarte), festejan ello. El Movimiento de Renovación Nacional (MORENA) de Sheinbaum nunca ha querido reconocer a Boluarte como presidenta (pues plantea que Pedro Castillo jamás ha dejado de ser el presidente constitucional) y la presidenta electa al agradecer a numerosos mandatarios por sus saludos, se refirió a numerosos pequeños países latinoamericanos (incluyendo Belice con una población inferior a la de varios distritos de Lima), pero no al Perú.

Maricarmen Alva o Lady Camones, quienes quisieron pasar de ser presidentas congresales a reemplazos de Pedro Castillo, andan tan infelices con esa victoria, como lo está Keiko Fujimori, la única americana en haber perdido tres balotajes presidenciales consecutivos.

Hay colosales diferencias entre esas cuatro “mosqueteras” que se creen muy “moscas” (por querer burlar la ley, la democracia y el bienestar social de las mayorías), y Sheinbaum, una izquierdista moderada, con experiencia profesional seria y administrativa (conformó un equipo que ganó un premio nobel y fue jefa de gobierno de la capital americana más poblada) que es leal al proyecto “progresista” de Andrés Manuel López Obrador. Boluarte, en cambio, es una inexperta advenediza que traicionó a las fuerzas que le llevaron a palacio y que ha pasado de autoproclamarse como “marxista-leninista” a ser una marioneta “porky-fujimorista”.

Sectores radicales e izquierda han cuestionado a Sheinbaum por apoyar la construcción del tren maya afectando la ecología de las selvas de Yucatán o por mantener grandes corporaciones privadas en México, mientras que Dina (cuando era perulibrista) muy bien le pudo haber caracterizado de ser un socialdemócrata caviar. Sin embargo, ahora Dina está ligada a toda la oposición de derecha que se unió en México para buscar, infructuosamente, cerrarle el paso.

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