El desalojo de comerciantes que ocupan locales comerciales que pertenecen a la Sociedad de Beneficencia de Ayacucho, no es un acto aislado ni reciente. Son incontables las veces que la Beneficencia ha querido recuperar el dominio sobre inmuebles, que están en posesión de personas que se consideran “propietarios” de los mismos.
No es un problema que sucede solo con la Beneficencia de Ayacucho. Es un problema nacional, y en el caso de Lima, han ocurrido verdaderas batallas campales para desalojar a personas que eran arrendatarios, que a la vez subarrendaban los inmuebles, muchos de ellos, patrimonio monumental.
Por eso, en el lenguaje cotidiano limeño, existe ese dicho “yo no soy la beneficencia”, en clara alusión de que la institución benéfica hacía de la vista gorda a comerciantes, muchos de ellos con relaciones amicales, compadrazgos y otras de diverso tipo, a quienes les permitían usufructuar de los bienes inmuebles de esta institución.
Eso ha terminado. Pero es importante que todo se maneje con la mayor transparencia. Por ejemplo, necesitamos conocer cuantos ingresos tiene la Beneficencia por el arrendamiento de los locales donde funcionan los cines, y si el arrendamiento está acorde con las dimensiones del local que ocupan.
Con respecto a las tiendas, necesitamos que la Beneficencia informe cuanto cuesta el arrendamiento de un local comercial en esa zona, que es la de mayor dinamismo económico, y si el precio que ellos piden se ajusta a esa realidad.
La Beneficencia tiene que tener ingresos para atender el funcionamiento de entidades benéficas. que prestan ayuda a las personas vulnerables, especialmente de la tercera edad, niños huérfanos, a las familias del ANFASEP, que requieren del apoyo social.
Pero esto no lo entienden muchos de los comerciantes que se niegan a pagar los alquileres y señalan que hay malos manejos en la institución. La transparencia en los ingresos y gastos de la Beneficencia deberían ser de conocimiento público, para evitar este tipo de comentarios.
Ha dejado de ser la institución pequeña de hace algunas décadas y hoy es generadora de mayores servicios de bien social. Lamentablemente, su página web no informa de las acciones que realiza, sino se limita a poner títulos e imágenes.
Este mal manejo de la comunicación con la población y, en especial con los arrendatarios, da lugar a los agravios que se han hecho de esta institución, que no merece ser tratada de esa manera.
Mayor y mejor información de los ingresos y gastos de la Beneficencia y de las atenciones que brinda, es una tarea importante.