No sólo los peruanos criadores de alpaca fueron marginados y enviados a vivir en las zonas más friz y menos productivas, sino también los camélidos suramericanos, una de cuyas especies se encuentra en el escudo nacional, y que hasta no hace mucho tiempo, estaba considerada como una especie en peligro de extinción: la vicuña.
Durante milenios, las poblaciones originarias del Perú se sustentaron con la carne de las especies domésticas: la llama y la alpaca, cuyos rebaños no sólo vivían, como hoy en las zonas más frías y con menos pastos, a donde fueron expulsados, para poner en su lugar, el ganado que trajeron los españoles: ovejas, equinos y vacunos.
Pero al igual que los hombre que viven en las zonas altoandinas, las llamas y alpacas han subsistido y en el Perú, tenemos casi el 90% de esta ganadería, pero sin el respalde científico, económico y cultural a los Alpaqueros y llameros, cuyas condiciones de vida no mejoran, por la discriminación y el racismo, en sus peores manifestaciones.
Los propios descendientes de aborígenes peruanos, -no es necesario mencionar a los desclasados descendientes de serranos que viven en la costa- sino a los que viven en las ciudades y cuyos ancestros se alimentaron de carne de llama y alpaca, llaman despectivamente a estos productos cárnicos: comida de indios.
La ignorancia, siempre es atrevida. Desconocen que la mejor carne, y esto lo han demostrado los investigadores, son de los camélidos sudamericanos, en proteína el porcentaje de la carne de alpaca es de 18,9 – 21,7 (%), en grasa 1 – 7,2 (%) y colesterol 0,20 (%). La llama tiene, tiene mejor carne: proteínas 19,4 – 24,8%, grasa 1,2 – 4,8 (%) y colesterol 0,16 (%).
Alguien puede decir que están infestados con parásitos. Si, están infestados, y eso es responsabilidad no de los criadores sino de los técnicos de las agencias agrarias no que no han desarrollado políticas sanitarias ni capacitados a los criadores de alpacas y llamas.
La ganadería altoandina, puede ser un recurso altamente rentable, con un manejo de pastos y rotación de los camélidos de acuerdo a prácticas milenarias del tratamiento de la ganadería de pastoreo. El control de varios pisos ecológicos por las comunidades altoandinas, debería permitir que las lomas de la costa, en lugar de ser destruidas por la introducción de ganado caprino, ser reservas de pastos para el ganado altoandino.
Es difícil esto. No, porque lo peor se evitaría: que el 26% de las crías mueran en sus primeros días y que el 66,5 mueran por enfermedades infecciosas, generadas por el friaje, ya que el periodo de parición coincide con las temporadas de friaje.