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sábado, 3 junio, 2023
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Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria

Ascencio Canchari | Figuras y aspectos de la vida mundial
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“A veces pienso que los soldados, que nunca regresaron a nosotros desde las llanuras cubiertas de sangre, escaparon del suelo y no cruzaron el río, sino que se convirtieron en grullas blancas y chillonas.

Y desde entonces el rebaño vuela, angosto o ancho, o largo —y tal vez por eso tantas veces y con un dolor tan repentino nos detenemos bruscamente, mirando al cielo.

Sobre vuela la cuña traspasando todas las fronteras — una formación triste, filas de do-re-mi, y hay un hueco en su orden abierto: es el espacio que me han reservado.

Llegará el día: bajo una nube vespertina volaré, grulla a mi derecha, grulla a mi izquierda, y con una voz como la de ellos, aguda y fuerte, llamaré, llamaré a los que dejo en la tierra.”

Dice la letra de una de las canciones más hermosas que hay sobre esta guerra, que nunca será la Segunda Guerra Mundial, sino la Gran Guerra Patria para ellos, los que nacieron y viven en lo que alguna vez fuera la Unión Soviética.

No sé si existen palabras que puedan transmitir mejor el sentir de todo un pueblo que literalmente creció y se educó desde la memoria de su mayor tragedia histórica y la mayor victoria de la Humanidad sobre su peor enemigo.

El triunfo de la Unión Soviética, cuyos soldados todavía no se dividían en rusos, ucranianos, hebreos, uzbecos, georgianos, avaros u otros de las más de 100 etnias del país internacionalista, costó a su pueblo casi 27 millones de vidas, que no son estadísticas, sino las historias familiares de todos, ya que no hubo familia a la que no tocara la guerra. En la República Soviética de Bielorrusia murieron uno de cada tres y en Ucrania uno de cada cuatro. Por eso nunca dejaremos de pensar ni de hablar sobre esta guerra.

A pesar de una enorme coincidencia entre las maneras de sentir y soñar entre muy diferentes pueblos, hay ciertas experiencias de los cataclismos históricos que son únicos. Como el genocidio de los indios en Nuestra América, como la esclavización de los africanos, como la masacre de los armenios en Turquía, como la Gran Guerra Patria de los soviéticos.

Los medios norteamericanos, que ahora son mundiales desde hace muchísimo tiempo, nos muestran una historia diferente. La participación de los aliados occidentales de la URSS en la guerra contra la Alemania fascista fue muy importante y valiosa, pero nunca decisiva. La ayuda militar y económica a la Unión Soviética nunca fue desinteresada: fue un negocio que Rusia, como heredera de la URSS, terminó de pagar en agosto del 2006. La apertura del “segundo frente”, cuando norteamericanos e ingleses en junio de 1944 desembarcaron en las costas francesas, se produjo mucho después de que la guerra tuvo un quiebre y cuando el Ejército Rojo ya avanzaba hacia Berlín.

Todas las entregas militares de los aliados a la URSS durante la guerra corresponden a un 4% de la fabricación militar soviética. Sin duda, salvó muchas vidas y acortó la guerra. Pero sin faltar a nuestro infinito respeto hacia todos los soldados de todas las naciones caídos en la guerra contra el fascismo, la decisión política norteamericana de mandar las tropas a Europa, aparte de la lucha contra Hitler, fue motivada por las ganas de impedir el avance del comunismo en el Viejo Continente, dado que los principales héroes y vencedores de los nazis eran los “soldados rusos” (representando a más de cien etnias) y sus banderas rojas. Gran parte de las nuevas generaciones en Occidente ya no conocen prácticamente nada de esta historia, y no es casual.

La explicación que se le debe a los jóvenes no es tan compleja, pero requiere de la destrucción de algunos mitos inculcados. Por ejemplo, que no fue una guerra entre Alemania y Rusia o entre los comunistas y los fascistas. O sea, sí, pero no fue sólo eso: fue el mayor enfrentamiento de la humanidad contra su mortal enemigo y la lucha no fue por el triunfo o la derrota de uno u otro país, sino por salvar la vida.

A la Unión Soviética, que entonces era el primero y único país socialista del mundo, le tocó ser la vanguardia de los pueblos en esta guerra de todos. La infinita bestialidad de los nazis podía ser contrarrestada sólo con la gran capacidad de sacrificio y entrega de un pueblo guiado por el sueño (o la utopía, si prefieren) comunista.

Más allá de los inevitables errores, tropiezos y fracasos, la URSS levantaba sobre el mundo la bandera de la más humanista de todas las sociedades. Buscaba la puerta hacia el futuro desde los valores de lo comunitario y lo colectivo, desde un amor desinteresado hacia el prójimo. Las otras sociedades, basadas en el individualismo y donde la desigualdad social era parte natural del paisaje, no pudieron detener al fascismo. Fueron arrasadas.

Finalmente, el 9 de mayo, día sagrado de la Gran Victoria sobre el fascismo, es para recordarnos que el fascismo y el neoliberalismo ahora no sólo dejaron de ser aliados y se mutaron en uno solo, ahora no sólo matan, destruyen y saquean, sino que también dominan los medios de comunicación del mundo, formateando nuestra imaginación y recuerdos.

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