Sobre el estrés hídrico. La ciencia ha venido anunciando desde hace décadas, si recordamos el pronunciamiento del Club de Roma, el agotamiento de los recursos naturales que estaban en peligro por la voracidad del sistema, en especial el diseñado por W.W. Rostow, asesor de los presidentes norteamericanos en las décadas de los 50 y 60, que ponía a la sociedad del consumo como la etapa ideal a la que marchaba la humanidad.
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Su lema, era consumir y consumir, para que la economía no pare, de manera que esto se convirtió en la práctica que, a través de la publicidad, primero en los Estados Unidos y después en el resto de los países, se llegó a la actual sociedad del consumo, sin reconocer que todos los recursos del planeta son agotables, incluyendo el agua y el aire.
Los hemos constatado, aun cuando tardamos en aceptar los anuncios que hicieron en el Informe del Club de Roma publicado en 1972, bajo el título de los “Límites del Crecimiento”, donde señalaron, en contra de la tesis que proponía Rostow, que previendo que un desarrollo material ilimitado no era sostenible, lo que lamentablemente recién lo constatamos 50 años después.
Hoy, ya nadie pone en duda el carácter depredador del capitalismo o de la sociedad del consumo, y en especial, del daño al medio ambiente causado por la acumulación de los gases invernaderos, que van desde la ganadería intensiva, la deforestación de los bosques en las selvas tropicales de América del Sur y del África Central y los bosques australes y boreales.
En este contexto se da la alerta hídrica, que bajo la denominación del “estrés hídrico”, el gobierno nacional debería disponer una política de estado para preservar los acuíferos, las cabeceras de cuenca y cuidar las aguas almacenadas en presas.
Y el gobierno regional y los gobiernos locales, en las zonas como Ayacucho, amenazadas de sequía, debería declararse en emergencia, para un manejo responsable del consumo de agua, tanto para consumo humano, como para la agricultura y ganadería.
La presa de Cucho Quesera, es la reserva de agua para la ciudad de Ayacucho, se tiene que generar consciencia en la población para no desperdiciar el agua potable con usos que no son prioritarios, como lavar veredas, para evitar graves racionamientos cuando recién veamos que el volumen de almacenamiento de agua en la presa este en límites mínimos.
En nuestras manos está afrontar esta crisis hídrica que nos amenaza, y que es la ciencia y no la superstición la que da la voz de alarma. Y, es responsabilidad de los gobernantes, dictar las políticas de estado, para enfrentar el reto que nos plantea la naturaleza.