Para decir lo que dijo en el Congreso, el gobernador de Ayacucho se hubiera ahorrado el tiempo que dispuso, y a los ayacuchanos la vergüenza de tener a un gobernador llamado Wilfredo Oscorima.
Lo decimos no por su apellido, sino porque a su propia familia debe estar causando malestar el silencio del gobernador al no responder las preguntas que los peruanos esperan que responda. Él es un pariente que se niega a hablar sobre los Rolex y su fortuna.
No tiene ninguna autoridad para hablar de pobreza, cuando en lugar de preocuparse por el desarrollo de la región y la lucha contra la desigualdad social, hace gala de una fortuna cuyos orígenes no están del todo esclarecidos. Ha pervertido la política a nivel regional, con un clientelismo rastrero y un periodismo que le batió palmas en su primer periodo.
El discurso demagógico de una persona que no tiene las dotes de orador, como los tenían Alan García y Fernando Belaunde, se nota falso. Lo único que salió a relucir fue su intento de eludir las investigaciones que el congreso debe hacer, ahora que es evidente esa relación inconstitucional con la presidenta Boluarte, relacionada a los relojes Rolex, quedando pendiente si fue un regalo o un préstamo.
En lugar de responder, como se ha señalado anteriormente, se perdió en tratar de explicar las razones por las que el senderismo le declaró la guerra al Perú, dando inicio al conflicto armado interno, y le mandó un ramo de flores a la bancada que gobierna desde el congreso: la organización criminal denominada Fuerza Popular.