En editoriales anteriores hemos señalado, que la Semana Santa es el principal producto turístico de Ayacucho y que genera ingresos a la región, especialmente a la provincia de Huamanga, por la cantidad de visitantes que asisten, para conocer de cerca esta festividad religiosa y de paso conocer otros atractivos turísticos.
Este año, la prohibición de bandas de músicos, de castillos de fuegos artificiales, de bombardas y especialmente, la alegría que caracteriza el sábado de Gloria, no ha tenido como centro la Plaza Mayor, donde está la Basílica Catedral, de donde sale en andas, al clarear el día, el Cristo Resucitado.
La misma resolución, que parece no haberla leído, señala que esta fiesta es particular y diferente de las otras que se dan en el país, porque es “el evento de fe e identidad cultural de mayor importancia dentro del calendario festivo de la región, reuniendo dentro de un mismo espacio festivo, ritual y performativo a una religiosidad de carácter litúrgico católico con una de carácter popular, sincretismo a través del cual confluyen los distintos sectores socio-económicos que componen la sociedad ayacuchana y que fortalece el tejido social de la misma a través de la devoción religiosa”.
Y ahí describe, que el centro de toda esta festividad es la plaza mayor, a donde llegan todas las procesiones, y donde el sábado de gloria, ingresan a mediodía, los mayordomos acompañados de una banda de músicos a entregar los adornos para el anda y bailar el pirwalla pirwa, al son de la banda de músicos y luego se inicia el baile popular en la plaza mayor.
También la distribución de la comida a todos los visitantes que se acercan a ver cómo se va construyendo el anda. Este año, no dejaron ingresar ni los platos de comida, según denuncian los mayordomos, para los devotos que construyeron el anda.
La norma a la que se aferra la municipalidad y la comisión multi sectorial tiene que ver con el velay toro y el jala toro, que fue una mala imitación de la fiesta de San Fermín, y con toda razón la han sacado de la Plaza Mayor. Pero, prohibir la fiesta en la plaza mayor es un exceso de puritanismo.
