Las declaraciones de la presidenta Dina Boluarte son cada vez más desatinadas, tratando de eximirse de toda responsabilidad de las muertes y heridos que sucedieron durante las movilizaciones sociales luego de la vacancia de Pedro Castillo.
Con una increíble declaración, responsabilizó al expresidente de ser el responsables de las muertes, porque el, desde el penal de Barbadillo, habría coordinado todas las acciones que ocurrieron durante los meses de diciembre y enero, y solo le faltó agregar, que antes de ser vacado, dio la orden al ejército y a la policía para que disparen a matar a los manifestantes.
Podemos, hasta cierto nivel, aceptar que de una u otra manera, Pedro Castillo pudo haber coordinado con los seguidores de su gobierno para que salgan a protestar. Pero, la orden para que se utilice armamento de guerra en Ayacucho, no la pudo haber dado el, que ya llevaba 8 días en prisión, sino quien ejercía la presidencia de la república, como Jefe Suprema de las Fuerzas Armadas y Policiales, es decir, ella.
Si con las declaraciones que dio el domi8ngio 7 de mayo, cuando deslindó responsabilidades, aduciendo que esas medidas, -las de disparar al cuerpo- las decidieron los mandos de la policía y el ejército, demostraba que ella y sus ministros de interior y defensa estaban de adorno, las realizadas el sábado nos presentan a una persona que ha perdido definitivamente su capacidad de aceptar que no está preparada para conducir el país.
Presentarse como la humilde mujer provinciana, puede convencer a quienes nunca han vivido en las ciudades, capitales de provincia o departamento en Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cuzco y Puno. La zona que despectivamente calificaban los blancos como “la mancha india”.
Pero, a quienes vivimos en estas regiones conocemos muy de cerca, el comportamiento de los “mistis”, descendientes del gamonalismo o de los la burocracia provinciana, lo que les permitió enviar a sus hijos a seguir estudios superiores en universidades privadas, como es el caso de la presidenta del Perú, que lo hizo en la Universidad San Martín de Porres.
Culpar a Castillo de ser responsable de la muerte de los 49 peruanos en Ayacucho, Andahuaylas, Arequipa y Juliaca, está fuera de toda lógica. Es una alucinación de la presidenta del Perú, que de tanto repetirse, termina creyéndose inocente y víctima de un Pedro Castillo su compañero de fórmula, vacado para que ella asuma el poder.