Los países que hoy lideran el mundo en el campo de la ciencia y la tecnología, son aquellos que han invertido en la educación, especialmente en el campo de la formación académica, cuyo último nivel es la universitaria.
En el Perú, la educación parece que ocupa el último lugar en las preocupaciones de los gobernantes y de la clase dominante, para utilizar una frase de Aníbal Quijano, de que en el Perú no existe una clase dirigente sino dominante, rentista y dependiente del amo de turno.
Desde hace por lo menos 60 años, el presupuesto del sector educación se ha ido contrayendo, y la calidad de la misma ha descendido. La mejor evidencia está demostrada en la necesidad de las academias de preparación de los egresados de secundaria para continuar estudios superiores.
Esto debe preocuparnos, al igual que los resultados de las pruebas de comprensión lectora y razonamiento matemático, que se aplican a los estudiantes en los distintos grados de aprendizaje en la educación básica regular.
La universidad también está abandonada. Eso no debe sorprendernos, y se expresa, lamentablemente, en el Ranking de universidades del mundo, que se pública todos los años, y en la del año 2022, ninguna de las universidades peruanas, sean públicas o privadas aparece, a diferencia de México, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y otros países entre las 500 mejores del mundo.
En el ranking de las cien mejores universidades de América Latina, la Pontificia Universidad Católica del Perú ocupa el puesto 13. Muy lejos están la Universidad Peruana Cayetano Heredia (puesto 54), La Universidad Nacional Mayor de San Marcos (puesto 74) y la Universidad del Pacífico (puesto 89).
Esta es nuestra realidad, y por eso la demanda de más rentas para las universidades y mejores salarios para los docentes universitarios es una demanda justa, que debe ser atendida por el Estado, porque de las 4 universidades en el ranking de las 100 mejores de Latinoamérica, sólo figura una nacional, a diferencia de los otros países de nuestro subcontinente.
Son muchas las carencias de las universidades, tanto en infraestructura, equipamiento de laboratorios, conectividad con las redes, y en los servicios de bienestar universitario.
Sobre el equipamiento de las universidades, estas no cuentan con los adelantos científicos y tecnológicos, que, si tienen las 500 mejores universidades del mundo, que las convierte, en sus países y áreas de influencia, en centros académicos que atraen a profesores y estudiantes de otros países del mundo.
Invertir en educación pública, es invertir en el desarrollo del país, y eso deben entenderlo quienes gobiernan el Perú.