Clay Quicaño | Pizarra
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Es muy atrevido hacer un diagnóstico sobre la realidad educativa del VRAEM, y más aún en el aspecto educativo, y, sin embargo, tenemos que escribir y reflexionar sobre ello. En enero del 2024 fui especialista social de educación para el distrito de Kimbiri y mi función era hacer un diagnóstico de la educación en la capital distrital, centros poblados y sus respectivos anexos. En realidad, para mí fue un choque personal, nunca pensé que las disparidades educativas eran tan evidentes a pocos kilómetros de la ciudad, nunca pensé que el impacto de los procesos de modernización producto de la bonanza económica de los últimos treinta años afectara a estos mundos periféricos de forma abismal, además que la presencia de nuestra modernización nacional no representa casi nada en términos de aprendizaje y desarrollo humano para los estudiantes.
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A pocos kilómetros de la capital del distrito hay un mundo surrealista, extraño, pareciera que se vive en un escenario demasiado aislado, pobre y olvidado. Estos contrastes y disparidades son productos del impacto globalizador de la educación, de los procesos modernizantes que en nuestro país datan de hace 30 años, y cuyo impacto lo vemos hoy. Veamos, en este “mundo rural” la mayoría de las instituciones educativas tienen infraestructuras modernas, es decir, los colegios y escuelas tienen el equipamiento básico, al menos, para los estándares latinoamericanos, sin embargo, la crisis educativa es persistente, es como una enfermedad crónica que no desaparece, está ahí latente como queriéndonos decir que toda política educativa que hagamos cae en el vacío.
Para no ir en reflexiones generales ubiquemos la problemática con ejemplos. Una situación emblemática es que hay niños de sexto grado que entraran a la secundaria sin saber leer y escribir, y si lo hacen no entienden lo que escriben y leen. A primera vista esta falencia educativa de los niños de sexto grado buscará culpables dirigidos al docente. El docente, en todo caso, es el sujeto que recibe toda la carga referencial sobre los “fracasos educativos”. El docente es aquel sujeto peruano a quien se le debe guillotinar y llevar directamente al cadalso por no saber enseñar, por malo. Y sin embargo, la realidad educativa es otra, tan compleja y no basta con tener estrategias y teorías pedagógicas para resolver un problema cuya enfermedad es estructural antes que situacional.
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Siendo ubicado la educación en el plano del conocimiento y la ideología como parte de la superestructura desde la percepción marxiana, entonces es necesario abordar desde ese aspecto, como un problema educativo de varias dimensiones, muy relacionado a la propuesta de Vygotsky, es decir, los sujetos estudiantes son tales en la medida de su entorno social y cultural. Bajo esta reflexión lo formativo en el sujeto estudiante no está supeditado al profesor y la escuela, ni a su cuerpo administrativo. El sujeto estudiante entra a la escuela ya “educado” con conocimientos morales, datos e informaciones culturales y sociales. En otras palabras, entra a la escuela como sujeto social y no como individuo (lo último termina siendo una crítica a la escuela como productora para el capitalismo). No quiero entrar en este terreno, pues no es el caso para un espacio tan corto cuando de teorizar se trata.
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Para concluir, sé que algunos lectores no han digerido bien las líneas arriba comentadas. Lo hago con la intención de que algunos “conocedores” del tema terminan siendo cómplices de reproducir el mismo vacío educativo de siempre, mediante talleres, capacitaciones y reforzamientos. Todas estas actividades están aisladas, son islas sin conexión y funcionan en el vacío. Vayamos otra vez al niño que terminó sexto grado pero que no sabe leer y escribir. No se sabe cómo, pero con el tiempo dicho personaje acaba la secundaria y cuando el estudiante postula a una universidad pública sus conocimientos no bastan para ingresar en primera, de allí que las academias preuniversitarias cumplen ese papel de cerrar esas brechas académicas. El estudiante tardara muchos años de preparación académica, le tomara mucho tiempo estar bien preparado para competir y optar por un cupo.
En una situación como esta, aparentemente el sistema educativo ha fallado, pero en realidad fallaron o estuvieron ausentes los consejos de los padres, una alimentación balanceada, los valores como la responsabilidad y el esfuerzo. Y estuvieron bien presentes el alcohol, una visión patriarcal, el racismo, la violencia y el machismo. En esta situación Ausubel y su individualismo estaba en suma desaparecido, pero el que siempre oteaba a niño con una máscara del carnaval de Viena era Vygotsky, lo miraba desde el hogar hasta bien entrado en el aula del colegio.
