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miércoles, noviembre 29, 2023
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Un Chacal suelto en Totos | EDITORIAL

Escogió su nombre, Chacal, como definiendo cuál sería su comportamiento como jefe de la base del ejército en Totos, distrito de la provincia de Cangallo. Iba a ser una fiera en busca de sangre y muerte. Santiago Picón Pesantes, su verdadero nombre, el ‘Capitán Chacal’ fue condenado hoy a 13 años de cárcel, por asesinatos perpetrados en la Base Militar de Totos hace 40 años.

Santiago Picón Pesantes, convirtió a la base militar a su cargo en “la isla de la fantasía” según narra Ricardo Uceda en Muerte en el Pentagónito, porque ahí, se cumplían los sueños de los detenidos: morir por la revolución.

Los testimonios recogidos, tanto por la Comisión de la Verdad como por Ricardo Uceda y la ONG Paz y Esperanza, dan cuenta de los crímenes de lesa humanidad que se dieron en Totos, adonde eran enviados los detenidos en Ayacucho por el comandante Paz, jefe de inteligencia, con la orden de que sean asesinados, no se tiene registro. Hay rumores, de que en el mismo plantel los soldados cavaron una fosa para enterrar a sus víctimas.

Todos estos crímenes hubieran quedados impunes, sino fuera, porque la Comisión de la Verdad y Reconciliación, veinte años después de cometidos los crímenes, realizará la exhumación de los restos y consiguiera el nombre que ocultaba el Capitán Chacal: Santiago Picón Pesantes.

Conocido su nombre, se puso la denuncia, pero no se le pudo ubicar. La institución militar lo había dado de baja en 1996 y aseguraba desconocer su paradero. La fiscalía tampoco pudo ubicarlo, pese a las exigencias de los familiares, temiendo con razón, que salga al extranjero con nombre cambiado.

Fue el Instituto de defensa legal, Idele, la que asumió, el papel determinante en este caso: ubicar al sanguinario criminal que estuvo a cargo de la base de Totos a la que había convertido en un centro de horror, dolor y muerte, no sólo de los pobladores de Totos, sino de decenas de detenidos, enviados por el jefe del SIE en Ayacucho, el comandante Edgar Paz, que tenía como seudónimo comandante Pato.

Idele lo ubicó en Trujillo, narra Glatzer Tuesta en el número especial de la revista de 2003, indicando que se había convertido en un personaje poderoso en el gremio de Transportes de Tumbes, de donde se trasladó después a Trujillo.

Con la ubicación de su paradero, se entregó la información a la fiscal Cristina Olazábal, la misma que denunció al Chacal, cuyo juicio ha concluido, con la sentencia. Aparte de los cinco muertos identificados ¿cuántos más estarán en fosas comunes que sólo el Chacal y el personal a su cargo conocen?

Porque en sus reportes a Cabitos, de las patrullas que realizaba Chacal en Cangallo, siempre en base a Uceda, indicaba decenas de muertes, sin figurar los nombres, aparte de los enviados por el Pato desde Huamanga.

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