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martes, octubre 3, 2023
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La moral sobre la democracia peruana

una limpieza de la memoria y olvidarlo todo (entre ellos, las esterilizaciones forzadas a mujeres vulnerables, la corrupción generalizada en las esferas del poder, lavado de activos y formación de grupos paramilitares para desaparecerte o dejarte en trocitos en algún recoveco del centro de Lima). Con sólo perorar a los cuatro vientos de que la democracia está en “peligro” porque viene la “amenaza comunista”, se arma todo un aparato mediático para llevar a cabo un proceso paulatino de olvidar, y para ello, hay que maquillar a la nefasta candidata.

En estos precisos momentos que escribo estas líneas, Keiko es llevado al marketing cosmetológico, y el maquillaje consiste en hacerla más inocente, más inocua, se le hace víctima, tolerante y empática. Para limpiar la memoria y dejar todo en tabula rasa es preciso borrar y superar hechos y acontecimientos del fujimorismo, y para ello, se debe mover la maquinaria de opinologos, trolles, tik tokers, influencers, todo un tropel de soldados naranjas listos para borrar la historia. Nada más fascista que ser defensores de la democracia cuando se es violador y matón de la misma.

Los Nazis tras su derrota y ver la amenaza del ejército rojo en las afueras de Berlín se esmeraron en no dejar huellas del holocausto, en hacer una limpieza de sus hechos y acciones. El juicio de Nuremberg es un claro ejemplo que la culpabilidad de los victimarios era algo que no estaba en su propia narrativa. Ellos no se sentían culpables de nada, para ellos la ideología lo justificaba todo. Esa misma ideología antisemita borraba de un plumazo las cámaras de gas, las fosas y las torturas. Las víctimas eran sólo eso, números indeterminados de muertos, sólo judíos.

En mi país esta misma lógica está en proceso para esta coyuntura política de segunda vuelta. Ahora borrar la memoria es una suerte de imposición, un mandato casi generalizado. Aquí están participando instituciones, grupos de poder, empresarios y partidos políticos en esta trama luctuosa hacia la memoria, al fin y al cabo, para ellos las muertes en la Cantuta, Barrios Altos y las nativas esterilizadas son números indeterminados de afectados, son sólo cifras de seres denominados cholos. Están apoyando a la hija de un dictador de la manera más contradictoria y amoral posible, es decir, en estos momentos hay un proceso de violentar la memoria que pasa por alto las muertes, la corrupción y el deterioro de instituciones. Se le está pidiendo a la población de una manera descarada pasar por alto el pasado trágico del fujimorismo, en otras palabras, se nos pide banalizar las muertes, los desaparecidos y normalizar todo el sistema corrupto. Todo ello, con el propósito de no poner en peligro un modelo económico.

Este dilema y contradicción ha hecho que el novelista peruano Mario Vargas llosa desdeñe la democracia liberal en el sentido de progreso y libertad para el hombre y opte casi de manera doctrinaria por un modelo económico neoliberal avaro e indolente que nos ha dejado con una sanidad lastimera y con niveles educativos paupérrimos, pero las contradicciones vertidas de nuestro nobel serán motivo para opinar en otra hoja aparte.

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