que los pudientes y la clase media voten a los “rojos” comunistas. Un ejemplo de esta sacada de roncha hasta el hígado sería el periodista Aldo Mariátegui quien no puede asimilar la llegada del apocalipsis rojo en todo el orbe nacional. En estos momentos Aldo y compañía están en un estado de sopor para interpretar esta situación, mientras tanto, en sus largas noches sufren de insomnio por la presencia fantasmal del chavismo y toda la pandilla del comunismo.
Esta inclinación de los sectores A y B hacia la izquierda progresista tiene varias interpretaciones, pero vayamos con calma, tan lentamente para no perdernos en la reflexión biliar. Una primera reflexión pasa por el tema ético, es decir, la corrupción que benefició a clanes de poder económico. Esta doble combinación crea cierto resentimiento en los sectores “acomodados”. En otras palabras, los 30 años de neoliberalismo ha creado una élite dentro de una élite que ha obtenido pingues ganancias por muchos años. El otro aspecto es la precarización de la clase media. Este paulatino empobrecimiento hace que el sector B sea escéptico del libre mercado, en otras palabras, demandan cierta regulación del estado hacia el mercado, y muchos no tienen reparos en demandar una nueva constitución. Esta interpretación basada en los temas éticos y precarización económica no son las únicas respuestas, al contrario, la izquierda progresista tiene un abanico de promesas en el ámbito de la política, la identidad y la cultura. Su radio de reivindicaciones es más amplia que los demás candidatos y partidos. Este radio de reivindicaciones electorales está relacionado con el cuerpo, el derecho al aborto, el matrimonio civil, la demanda de mayor visibilizaciòn de identidades como la comunidad afro y el LGTBI. En otras palabras, no hay votantes “puros” basados en el determinismo económico y ético, hay votantes con diversas demandas culturales, étnicas e identitarias. Por ello, al homosexual no sólo le interesa que los productos básicos como el pan estén baratos, también está interesado en el reconocimiento de su identidad, en la aceptación de la comunidad.
Este abanico tan amplio de promesas culturales es una de las claves para entender la aceptación de Verónica Mendoza en los sectores sociales mencionados. Cuando los ricos lloran, no lloran por dinero, sino por falta de reconocimiento a sus identidades más profundas.