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martes, octubre 3, 2023
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Pedro Castillo y mi padre

andino, del emprendedurismo, el machismo y una evidente postura patriarcal para con sus hijos, pero también de un liberalismo práctico y utilitarista cuando de sobrevivir se trata en esa Lima gris y caótica. Quizás los peruanos comunes y corrientes seamos como él, por un lado, queremos reivindicar nuestra condición de provinciano, buscando en el progreso material, como el crecimiento urbanístico de los conos de Lima en los últimos treinta años, por otro lado, ese origen provinciano no suelta el pasado de pobreza, de haber sido lapidado y excluido por un estado que en ese momento se sentía más criollo y racista. Desde ocupar los arenales, los cerros llenos de lagartijas, arañas y fuertes vientos hasta ver crecer los conos con miríadas de negocios y microempresas. Ahora estos asentamientos humanos son irreconocibles. En todo este éxito los hijos de los provincianos agradecen a Dios, a su esfuerzo, al liberalismo, pero también no dejan de pensar en ese comunismo andino que era la razón y la lógica para levantarse muy temprano para ir a trabajar con todos sus hermanos, tal cual, el discurso musical de Chacalon en los ochenta.

Ahora esta Lima que progresa ha vuelto escuchar los estertores del “comunismo”, y sin más, un estimable porcentaje de electores atónitamente han votado por Pedro Castillo, han votado obedeciendo ese lejano mensaje del comunismo andino, ese mensaje que les hizo recordar la corrupción, el acecho del covid, la indiferencia política, y por supuesto, el racismo. Y quizás haya una relación entre mi padre y Pedro Castillo, ambos evocan a Dios en el camino tortuoso y peligroso hacia el progreso, ambos quieren la reivindicación provinciana, que es nada menos, superar la pobreza y el racismo, ambos no quieren que te quiten tu propiedad, porque implica mucho esfuerzo tenerlo, incluso implica levantarse de madrugada para ir a trabajar en forma colectiva con sus “hermanos”. En realidad, Pedro Castillo es una suma de ideas tan dispares y contradictoria como las ideas de mi padre, pero una cosa es cierta, el comunismo de Castillo no se le parece al modelo cubano, yugoslavo o venezolano, pero tampoco el liberalismo de Castillo no tiene nada que ver con un neoliberalismo que se regodea en el libre mercado sin controlo ni medida.

Hace cerca de medio siglo mi padre llego a Lima y en medio de los arenales de San Juan de Lurigancho junto con sus hermanos provincianos decidieron fundar el asentamiento humano “Huáscar”. Lo fundaron y se abrieron nuevos tiempos, una nueva era. Ellos sabían que para dejar de ser esos cholos excluidos debían utilizar el colectivismo, la educación para con sus hijos como medio de superación, pero también el emprendedurismo. Hace unos días Pedro Castillo, reafirmo que no era tolerable que haya pobres en un país de ricos. Y mi padre viendo la televisión se identificaba con ese discurso, había un halo de esperanza y como un viejo patriarca cansado de la vida y de los políticos de siempre, sentenciaba desde un sillón desvencijado: “ojalá que ese cholo cambie las cosas…”

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